viernes, 16 de noviembre de 2007

Mi primera clase de 'pinning I

Este día mi prima la del pueblo vino a verme, y me dijo, pellizcándome las mejillas: Isabela, pero que fofaaa te estás poniendo hija!

Esa reflexión compulsiva y revulsiva hizo mella en mi autoestima. Ella, que siempre había sido la fea, cual patito transformado, era capaz y solaz de decirme a la cara lo que sí, realmente, estaba sucediendo en la última década: me estaba poniendo rellenita. Bueno, más que rellenita, gorda como una vaca.

Por supuesto, y no sin usar todas mis triquiñuelas y trampas de mujer experimentada, indagué, investigué y obtuve los datos de mi competidora: hacía spinning.

Rápidamente intenté recordar dónde había puesto mis pantalones largos, mi pañuelo y mi camisa de manga larga de los domingos venidos a menos, porque claro pensé para mi, si tengo que meterme enmedio de las espinas, algo me tendré que poner para no cortarme todita entera. Pero bueno, respiré tranquila, porque mi prima Leovigilda me aclaró que lo del spinning era un término extranjero (yo, el inglés, sólo lo domino si es bajito)y que significaba algo totalmente diferente.

Toda oidos, yo, atendí a las explicaciones de la pava: resulta que en el pueblecito suyo, Torrelodones de arriba, uno de la ciudad había montado un gimnasio y había montado unas bicis sin ruedas que pesaban la hostia. Yo no daba crédito a todas esas memeces, pero ante la evidencia de que mi prima estaba hecha un figurín, estando como había estado destinada a ganar el concurso de bragas talla XXL de Arganza del medio, tenía que tragarme el sapo. No veía el momento de librarme de la pesada para buscar ipsofactamente un gimnasio que dispusiera de semejante equipamiento deportivo, es decir, bicis sin ruedas.

Finalmente en la herrería de al lado habían cogido 20BHs y les habían soldado unas piedras cogidas con una cuerda, con lo que se conseguía un efecto parecido. El Tobías estaba al frente de todo esto. Al pavo no le había visto desde que hacíamos primero de párvulos por cuarta vez. Qué cambiado el chico! Encalzado en unas mallas verdogrises, con unos tirantes de guais, unas zapatillas trinantes amarillorascosas, y unos pectorales que tumbaban a la más impertérrita, era indudable: el Tobías estaba para mojar pan. Yo que estaba en ayunas últimamente porque mi Paco me los puso con la chica de la limpieza del garaje, noté como un cosquillero y un pellizco de electricidad rampera. Me sentía jovenzuela y todo.

Busqué corriendo mis mallas de color rosa de cuando tenía dieciseis, no sin antes apuntarme y pagar los 20 napos de fondo perdido -este Tobías llegará lejos- y me dispuse a prepararme para mi primera clase de pini de ese.

Llegué tarde. Las mallas, eran también de 16 años y para hacerlas entrar me tuvo que ayudar Toribia mi vecina. Me sobraba de todo por todos lados. Suerte que me tomé un coñac porque con esa pinta no hubiese podido presentarme serena a la clase, aunque había más gente de la que me esperaba. Me busqué un lugar apartado, ahí en un rincón, y me empecé a mirar el trasto, que ciertamente, adolecía de ruedas, sólo tenía una de hierro pesada como un tractor detrás. Como se subiría a ese cachivache? Yo empecé por mirarme a Tobías que con las mallas de hoy se le marcaban unos piernotes y unos brazotes que ese cosquilleo del otro día desembocó en un par de tiranteces que me hicieron sacar una lagaña y un oido se me tapó. Pero tenía que ponerme a tiro para empezar la clase, tal como gritaba el Tobías cualquiera le contradice. Qué hombretón te has vuelto, muchachote....

jueves, 15 de noviembre de 2007

Mi primera clase de 'pinning II

Venga Venga Vengaaa que habrá una subida, un plano, una bajada, otra subida y otro plano, y yo me decía, pero estaré viendo bien, si estamos aquí encerrados, de donde saldrá tanta subida y bajada? A mi exmarido, en cuanto nos separamos, lo único que le subía era la factura del gas, la de la luz,…pero nada más, ya no se nada de subida… en cambio aquí venga subidas y como sube…este Tobías va muy fuerte, y con estas mallas…hmm que macizo el cabróncete.

Esas mallas, como las mias, vamos, marcando músculo, aunque en mi caso, fláccido. Pero que más da, ahí estoy yo, subiendo aunque parada, y justo al lado del altavoz, que otra vez ya miraré yo de buscar un sitio menos concurrido pero no al lado del loro, que se me están quedando los tímpanos como pacharangas.

Al rato de pedalear, a ese ritmo salvaje del chas chas que decía el pibo, empecé a sudar como una cosaca. Primero se me fue el rímel. Luego el pintalabios. Luego la permanente. Se me estaba a punto de ir ya la consciencia, cuando vi al otro mozarrón de al lado, que ya había dejado un charco en el suelo que parecía la manga del mar menor.

Y el tio venga presionar, joder, parecía el inspector de hacienda, resistenciaaaa! Y tu tenías que poner esa ruedecita al máximo…y luego claro lo volvías a aflojar porque se te arrugaban las cejas de falta de resuello…buuf buuf que me desmayo arf ayudaa que alguien pare estoo!

Bajo al mínimo justo cuando er menda finalmente nos deja también hacer el descansito, qué majo el chico, incluso nos deja reposar, es que tiene un corazón…

El del charco, que ya tiene que empezar a nadar, tu, parece un cubito, chico, se está descongelando, tendremos que recoger la ropa cuando se haya deshecho.

Y esa rubia canosa de ahí delante? Fijate que culo más anchote que tiene, pero no tiene ni un gramo de celulitis, sólo que parece que empezasen a hacerla por ahí y luego le enganchasen el resto a fuerza de moldeo arcilloso. Qué figurita tiene la jodía…me estaré volviendo marimacha?

Y el del chandal ese de toda la vida el azul marino con raya blanca? Ese chandal lo usaba yo cuando iba al cole, es que no tiene vergüenza? Yo me pondría toda roja si tuviese que llevar algo así…pero claro las mallas estas apretadas tampoco son para desfilar en el Gucci, bueno el Gucci XXL sí.

Calla, que el Tobías vuelve a la carga….

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Sintiéndome mujer...

Me levanté energética, esta vez no se me pegaron las sábanas, y no fueron necesarios los 15 minutos cotidianos de desperezamiento obligatorio. Con los pelos casi ya listos pa salir, no como siempre, que los tengo unos pa Ceuta y otros pa Melilla (véase noticias de internacional) me encaminé al glorioso baño de mis amores, después de que mi cariñito hubiese conseguido arreglar por fin el radiador que goteaba (esto viene que normalmente me congelaba las narices, y hoy en cambio estaba calentita como un ajo)

Finalmente, pues, llegué a mi ansiado inodoro, y me senté en la punta de la tacita. Allí hice mi usual micción de acopio nocturno, y esta vez sí, con los ojos cerrados y llenitos de lagañas, como de costumbre, intenté terminar de desperezarme.

Tenía ya preparado mi desayuno, eso sí como estoy habituada, y a veces, como hoy, mi zumito natural de naranja. Qué paz y qué sosiego, chica. Comiendo mi fantástico pan de cereales con queso…aunque no hoy no comeré, porque la báscula no engaña, y necesito un poco de dieta. Comeré pues un par de hojitas de lechuga, y me guardaré el bocata para la hora de la comida.

Ah, sí, después de la ducha, que duró unos 15 minutos, y de lavarme el pelo, que tomó otros 15, me dediqué a secarme y peinarme el cabello de afrodita que me caracteriza. Luego mucho luego más, estuve seleccionando las prendas del día, esa cobertura que hacía que la mona no sólo estuviera vestida de seda sinó que fuera mona de verdad.

Ya estaba a punto de salir con mi fantástico vestido marrón, falda con farbalanes y blusa oscura del mismo color, arrepeiná y arrevetía, cuando me di cuenta…cohone que no tenía zapatillas a juego, tenía las azules y las rosas, pero las oscuras las tenía en el zapatero (el de verdad, el que se dedica a eso) poniendolas medias suelas. Caambio.

Ya estaba a punto de salir, con unos pantalones tejanos, un niki azul y chaqueta a juego añil con bordes azuilitos también, y esos zapatos que os dije, pero entonces me di cuenta de que…no tenía ningún bolso azul, el que tenía lo tirá ayer porque se veía ya muy usao. Bueno de hecho lo había tirado tres veces y vuelto a recoger, y esta vez me aseguré.

Ya estaba a punto de salir…bueno al final con los tejanos va bien todo, con lo que me puse unas zapatillas negras que cuadran con todo. Estaba ya prepara para la guerra mundana.

Saliendo, me dirigí al transporte urbano subterráneo, es decir, al metro, cuando me acordé, que este escrito se suponía debía hablar sobre los sentimientos de enamoramiento cuando vi a mi vecino el surfista subir con una camiseta de imperio, acarreando unos gigantescos sacos de cemento que marcaban músculo en su pechamen. Pero me enrollé tanto vistiéndome que ya había terminado la obra. O sea que colorín colorado, mañana os cuento uno de enamorados.