lunes, 17 de diciembre de 2007

Argelia: paseando por ahí (II)


Finalmente, suelo argelino. Espero que no te hayas olvidado nada, Bald

omero, porque la cola para entrar –puesto que hay controles de seguridad- es de aúpa. Llamamos al hotel, todo controlado, nos mandan la “navette”, una flagoneta vamos. Esperando, esperando…la vemos llegar. LA paran los polis. Le abren el capó, el maletero, el tapón del depósito. Da toda la vuelta, se acerca, nosotros también nos acercamos y….se va. El compañero se pone frenético, yo no me cabreo por mira yo que sé. No paró. El policia nos dice…tranquilo, 15 minutos. Total, apareció otra navette y estuvimos más de una hora en el frio. Ah, frio, ya os contaré el que estoy pasando. La bronca que le pegaríamos….bah al final todo se olvida, se merecía una buena colleja.

Llegamos al chuper hotel y después nos vamos de visita, y a pencar, sin cenar, hasta las 22:00. Luego yo, con el estómago engañado, ya me iba a la cama, con unos pocos frutos secos y una galleta, y un te, chai nananan. Ah, la visita, era en una calle por asfaltar –como casi todas-, sin luz, y en una casa a medio construir –como idem- de un tio que estaba forrado pero iba en chancletas sin calcetines –kitschhhh- pero no sé qué os voy a contar, cada uno se los gasta en lo que quiere, y cada uno baja las escaleras como quiere, verdad?(decía ese que cayó rodando por todos escalones del bloque de pisos)

Ah, la cena, finalmente el compañero me cuenta que no, que vamos a cenar. Qué comimos? Pues campero, naturalmente. Un tomate cortado, una cebolla cortada –alieeentoooo- un pimiento verde triturado, pan humedo, y tres brochetitas. La cebolla cruda me provocaría un efecto no deseado durante todo el día siguiente, y en ese momento más bien se me puso mal. Pero estaba bueno, hay que decirlo, lo tienen natural. Un té con menta y a dormir.

Despierto tarde, y corriendo me pongo la ropa, me ducho, bueno al revés, y corriendo al bufet de comida. Estos hoteles tienen mucho lujo pero también tienen detalles malos, entre otros, el de cobrarnos el desayuno antes de entrar. Pero bueno, comí lo típico, en tres platos, ensalada, embutido y cereales. Ah y fruta. Eso por si acaso qué sería el día, que de ehcho fue carretera y más carretera.

Salimos pues dirección sur, sin las ideas claras, y tiramos unos cuantos kilómetros por carreteras chungas. Yo ya estaba empalmado, cosa segura de la cebolla. Buscábamos gasóleo pero sólo encontrábamos gasolina. Las gasolineras estaban como destrozadas o abandonadas, o las dos cosas. Paramos en un bar. Cuatro mesas en la calle, destartaladas, con gente con chancletas y nosotros abrigados hasta el cogorcio. Suelo sucio de bastantes dias sin fregarlo. Lavabo, según nuestro traductor argelino natural del país, en estado lamentable e inusable. Barra de “hay que no pongo los codos que se me caen a trozos” y van y piden caféy té. El café aún era un vaso de plastico, pero el te…el vaso tenía sobrecapa, es decir, que había ganado peso en su vida. Agua caliente –espero suficiente para haber matado microbios…y cuchara sacada de vaso comunitario donde había al parecer un te o lo había habido….? Después de 5 minutos mirando fijamente el vaso, decidí que el mundo estaba hecho para los valientes, así que…con un dedito, me mojé la puntita nada más –lo demás es para empujar- y lavé como pude la zona ddestinada a contacto labial. Después, bebí, no sin que me saliera un herpes y tuviera la zona sin sangre, de la impresión. Finalmente me lo bebí todo, mirando al techo en los dibujos y bordes de yeso convertidos en machorrones negros llenos de moscas fosilizadas o al menos hibernadas. El chico, muy majo, nos enseñó la foto de ronaldinho y ronaldo en sus horas buenas, celebrando algún gol de la selección brasilenha. En el lado opuesto, también con solera, una foto enmarcada de algunos de los componentes del equipo del madrid, de los que reconocía algún jugador. Bueno, todo daba asco, para que hablar más. Cables y sus enchufes colgando, manchas dudosas en todos los lugares, pastelitos en una especia de estantería transparente a los que me negué alegando estar ya muy lleno –de pavor, estaba lleno….- Nada salimos exultantes del garito y cantando viva el ratoncito pérez, nos encaminamos al coche a celebrar que la vida es bella y donde podríamos ejecutar nuestra micción sin peligro que algún tentáculo animado nos arrancara la pilila y los pelos circundantes.

Después de muchas y variopintas cutreces más, llegamos a una gasolinera que tampoco tenía gasóleo –la que tuvo gasóleo tenía mucha historia que contar igualmente. Ahí miccionamos, no si yo antes no hubiera abierto camino cual explorador, abriendo la maltrecha y horadada puerta con mi pie derecho, habiéndola sostenido de la misma manera y entrando a la pata coja, y habiendo tomado mayor cautela en no resbalar ni pisar nada que no pareciese sólido, ahí descargué, no sin pegar un buen respirón a mezcla de amoníaco y cagarruzas con solera de gallina y capón. Siguiéronme pues mis envalentonados compañeros, de los cuales no tuvimos que lamentar ninguna baja, y ya con el deber cumplido, emprendimos nuestra marcha entonando alguna canción conocida que nos restableciera nuestros lejanos ánimos.

Parecía que cultivaban bastantes patatas, y usaban zapateros y aznares para ararlas, aunque también tenían tractores. No muchas otras ocupaciones tenían la gente de por ahí, sinó era pastoreo o cultivo. Los niños, a las 10 parecían dirigirse a la escuela, y quizás a media tarde volvían a casa, aunque no creo que fueran muchas horas.

Destacar algo importante, que se me olvidaba, y es que las mujeres, había pocas tapadas, no hay velos ni pañuelos, bueno, pocos.

Llegamos a nuestro segundo hotel, y aquí sí que os puedo decir que vino la verdadera experiencia religiosa, no lejos de Medea, la gran zona de vinos de Argelia (siguiente capítulo)

Una vez en Tiarek, muy tarde para comer, pero igualmente, nos dispusimos a la mesa, no sin antes lamentar haber tenido que escoger este hotel y esta habitación precisamente. Ya sólo la pinta, el baño, el cerrojo indecente y la apariencia de no ser el único que iba a dormir en esa habitación, hacían la experiencia como dije: espiritual.

Comimos, eso era importante, un evento de profunda consideración. Como era previsible, la jerga era incomprensible. El camarero nos ofreció unos pescados, a escoger entre fua y fu. Yo escogí fua, y una ensalada. Los demás cogieron sopa, que pareció mejor opción y encima llegó enseguida. Mi ensalada tardó tres piezas de pan en llegar –aquí el pan parece que lo regalen- y bueno sí estaba buena, pero cuando vi llegar el hígado que había pedido…pues vaya con el fuá. O sea que al final el bueno de nuestro acompañante nativo me lo cambió, realmente muy amable, y muy bueno el pescado. Después del chai nanas ogtra vez nos pusimos en camino a trabajar, toda la tarde, con un frio de cuidado, y sin calefaccion en ningún sitio. Vamos, para hombres. Finalmente, después de unas tres horas y algo más, nos dirigimos a cenar aunque era pronto. Pero como era negra noche y un frio del copón yo no le hice ascos. Repetí las alubias, que ellos llaman lubias, y después nos trajeron una carne de corderito máas buena! Hum quise repetir, pero tardaron tanto, que me la tuve que llevar en un sanduix como ellos lo llamaron. Ootro chai nanan de ese y para casa, esta vez 40 km de mala carretera.

Llego a la habitación, y como previsto, no estaba solo. Zapatazo aquí, zapatazo allá, levanto la alfombra y más, el baño, la pared, la almohada. Bueno ya no hace falta que os diga qué estuve matando, o sea que vaya noche me esperaba. Probando el colchón, me di cuenta que en los últimos 30 años no se había cambiado, o sea que también podía anticipar el dolor de espalda. Y calor, no hacía mucho, tuve que ponerme la chaqueta abrigo para poderme tapar bien del frio. Bueno, de hecho, no me saqué el jersei ni nada, y la chaqueta me la puse en los pies, encima de las mantas que ya tenía. En resumen, al menos, no estaba bajo un puente, y lo soporté, pero la ducha tampoco funcionaba, con lo que tuve que bañarme a palanganazos. Muuchas ganas de irme, por favor!

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