martes, 4 de diciembre de 2007

Hablando de nada en particular

El otro día me encontré con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Antes, cuando veía a uno de estos personajes, huía cual animal en peligro, o me escondía detrá de una columna. Si estaba acompañado de mi pareja, incluso me dolía cogerle la mano por vergüenza.

Desapareció ese sentimiento, ese demonio que como muchos otros nos asalta en nuestras intimidades, en nuestra casa que somos nosotros mismos. Sí, yo mantengo que somos animalicos, pero nuestro sistema nervioso nos juega malas pasadas.

Pues eso, que ahora, cuando encuentro a un conocido, bueno, primero, intento recordar de qué lo conozco. No fuera que lo conociera de haberme ido sin pagar de un restaurante, y él se acordara de mi, o que fuera algún novio-a con el que la experiencia fuera como fuera y después no fuera. Una vez constatado que el conocimiento es neutro -porque si fuera positivo seguramente me acordaría, entonces corro a soltarle alguna improperiez -cosa que tampoco no es muy sana- para hacerle una broma y ver cómo reacciona.

Bueno de hecho ya últimamente solamente me presento directamente, porque me jodería mucho que me hicieran eso. O sea, que incluso estoy más receptivo. Como dice el refrán, cuanto más viejo, más pendejo.

Algunos de los conocidos que me he encontrado han sido comprometidos: profesores, es-parejas, ex-compañeros de clase con malas experiencias, y en resumen todo lo relacionado con el amor. Pero hoy en día lo matizo todo a modo de resumen práctico y encléntico: realmente tengo algún problema o solamente es un recuerdo re-activo? Pues eso, que los conocidos no siempre son los más coño-cidos.

hasta la siguiente!

No hay comentarios: