martes, 27 de febrero de 2007

Corniales contra el mundo

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Multitud de ideas se agolpaban en su cabeza. Quizás era demasiado pronto para reflexionar sobre sus propias experiencias en la vida. Seguro que no era demasiado tarde. De todas maneras, quería tener alguna idea en claro, sacar algo firme, una base sobre la que empezar algo sólido.

Durante sus estudios había querido siempre aferrarse a algo. El distanciamiento hacia sus compañeros era algo que le había desconectado de la vida real. En la universidad, su estancamiento social fue cambiando hacia otros derroteros. En el ecuador de su carrera, fue cuando inició su apertura más radical. Esos jueves por la noche, esos miércoles por la noche, esas juergas estudiantiles en las universidades, eso fue como aire fresco, como caliz en su jugo, como fuerza endiablada que se apoderó de su alma y de su ser, y conoció el amor, que no el sexo, al menos fuera de su círculo más personal.

Esa fue más o menos su base cultural, su diatriba íntima, el potaje sobre el cual él mismo debía forjar una personalidad para su futuro, que tampoco conocía en ningún modo, sobre cuál dirección (sentido se suponía que era de atrás a delante) debía de ir.

David recordaba esas entrañables tardes en clase, junto con unos cuantos alumnos más, en la universidad, con ese profesor de química que decía: “esta carrera es como una carrera de vallas, y esta valla se llama”…y citaba el nombre de la asignatura…oh qué ojos dormidos, qué ambiente caldeado, qué sueño después de comer. Con razón era ésta la asignatura de termodinámica, que trataba sobre calor, calor humano!

Pues sí, al fin y al cabo, la carrera le había dado un porqué. La obligación, el deber, la costumbre de dedicarse a algo, eso le dio la carrera. Y lo mismo que dio, se lo quitó al final. Terminó la carrera, y volvió el vacío. Volvió la pereza de levantarse por la mañana, de sobrevivir. Por eso, en cuanto empezó su carrera profesional, se volcó a ella de forma endemoniada. Y esa fue su perdición: las empresas de cierto rango, no quieren alguien que trabaje mucho. Con que tenga un buen aspecto y parezca que trabaje, es suficiente.

¡Hasta el mes que viene! (Jueves)

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